Vacunarse es importante: aumenta la esperanza de vida de las personas

mujer científica en laboratorio
29 marzo, 2021

Vacunarse no es más importante hoy que ayer. Las inmunizaciones han frenado un abanico de enfermedades que ya fueron olvidadas, porque, justamente, existieron vacunas para frenar su propagación y los efectos.

En el año 2020 las personas del mundo comprobaron los efectos de no contar con una vacuna y en qué radica la importancia de vacunarse. Un virus desconocido hizo estragos con la seguridad sanitaria propagándose al ritmo de un cronómetro. Fueron meses de encierro sin un antídoto que hiciera de escudo contra la nueva enfermedad.

En pleno proceso de vacunación contra el coronavirus, es importante recordar por qué vacunarse es importante, cuál es la potencia preventiva de las vacunas y su impacto en la preservación de la vida de las personas.

Qué es una vacuna

En general, las enfermedades infecciosas se curan después de unos días. Esto se debe al mecanismo de inmunidad, un fenómeno natural y esperable. La persona infectada genera anticuerpos o defensas contra esa enfermedad que le sirven a futuro para defenderse de un nuevo ataque viral.

Los procesos científicos cumplen normas de calidad y seguridad globalmente estrictos. Pocas personas pueden atreverse a dudar de la rigurosidad con la que trabaja la ciencia.

Para tratar de producir defensas de una forma controlada y duradera, pero sin llegar a provocar la enfermedad, se crearon las vacunas. Se trata de fragmentos de un determinado microorganismo o el microorganismo debilitado artificialmente –también se utilizan técnicas más avanzadas como la genética- y se administran en cantidades muy
pequeñas para lograr el efecto inductor de defensas.

“Las células y los órganos especializados en la función defensiva de nuestro organismo se activan en respuesta a la vacuna y empiezan a trabajar. A veces desencadenan reacciones químicas llamadas efectos secundarios como: fiebre baja, dolores de cuerpo, erupciones, etc; pero que de ninguna manera son considerados graves o preocupantes”, explica la médica especialista en Pediatría Daniela Disandro del Servicio de Internado del Hospital Infantil de la Municipalidad  de Córdoba.

“Algunos microorganismos tratan de ganarle la pulseada a las vacunas y cambian para no ser reconocidos: mutan. Este es el caso del virus de la gripe. Por eso la vacuna se reconfigura cada año y se insiste en que los grupos de riesgos acudan a vacunarse todos los años”, concluye.

Cómo se desarrolla una vacuna

Los procesos científicos cumplen normas de calidad y seguridad globalmente estrictos. Pocas personas pueden atreverse a dudar de la rigurosidad con la que trabaja la ciencia.

Junto con el agua potable y los antibióticos, las vacunas representan la mayor victoria de la humanidad frente a las amenazas infecciosas a la salud. Es lo que ha aumentando la esperanza de vida de la especie humana más que ninguna otra tecnología.

Sin embargo, al existir poca (y accesible) divulgación sobre el tema, circula información falaz y altamente nociva para el sistema de salud mundial. “En el desarrollo de una vacuna se siguen pasos estrictos de ensayos y pruebas en laboratorio. También, en cultivos celulares y en animales. De este modo, se van descartando decenas de intentos hasta dar con el adecuado. Cuando se llega a la etapa de verificación en seres humanos (que implica la evaluación de la respuesta de anticuerpos como de efectos adversos) se hace mediante ensayos clínicos controlados siguiendo
estrictas normas mundiales de ética. Los participantes intervienen de manera voluntaria expresando su consentimiento de forma escrita y todos los productos comerciales utilizados han pasado estudios de eficacia y seguridad con resultados satisfactorios antes de ser aplicadas masivamente. Todas estas etapas suceden antes de su aprobación”, explica Disandro.

Cuando se llega a esa instancia (aplicación en humanos) continua una ardua tarea de vigilancia sobre los efectos adversos a corto o largo plazo. A esta etapa se la conoce como fase 4.

“Ninguna vacuna ha debido retirarse del mercado en esta etapa. Existieron muchos filtros antes de la instancia de aplicación para detectar problemas de seguridad”, advierte la pediatra y profesora de Pediatría de la Universidad Nacional de Córdoba.

Igualdad

“Junto con el agua potable y los antibióticos, las vacunas representan la mayor victoria de la humanidad frente a las amenazas infecciosas a la salud. De hecho, hasta el momento, es lo que ha aumentando la esperanza de vida de la especie humana más que ninguna otra tecnología”, asegura la pediatra.

Según la médica el impacto es enorme, a un costo relativamente bajo y universalmente accesible: “Las vacunas no tienen ideologías ni inequidades. En mi opinión, las considero un derecho. En Argentina, los programas de vacunación son gratuitos y obligatorios. E, incluyen vacunas de gran calidad y seguridad”.

Además, destaca el carácter social de las inmunizaciones: “Las vacunas nos igualan. Para todos existe la misma vacuna”.

Una decisión individual que afecta lo colectivo

Las vacunas ocupan un lugar destacado en la agenda de las organizaciones mundiales como la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud, entre otras. Son quienes se ocupan de vigilar atentamente la evolución de las enfermedades inmunoprevenibles en toda la tierra.

Cuando los integrantes de una población están en su mayoría vacunados se genera una especie de “escudo” para aquellos que todavía no recibieron la vacuna.

Este monitoreo se realiza estratégicamente según seis regiones. “Es muy satisfactorio como médica recibir noticias de que alguna región se declaró libre de alguna enfermedad. Cada victoria representa un logro de la salud pública que demandó años de esfuerzos. Así sucedió con la Polio causada por la cepa 2 en la región de las Américas en 1999. Cuando esto sucede en todas las regiones y por un largo tiempo de riguroso control, por ejemplo, uno o dos decenios, se declara la erradicación de la enfermedad. Así sucedió con la Viruela en 1980 y desde entonces desapareció también la aplicación de esta vacuna”.

“Vacunarse no es sólo una decisión con consecuencias individuales. Si bien repercute en el fortalecimiento individual de la salud de quien recibe la vacuna (lo hace menos vulnerable ante enfermedades que podrían ser muy graves), desde el punto de vista comunitario es crucial”, asegura Disandro.

Cuando los integrantes de una población están en su mayoría vacunados se genera una especie de “escudo” para aquellos que todavía no recibieron la vacuna. Ya sea porque no pueden recibir la vacuna (por contraindicación médica); o, porque rechazan la vacunación por decisión propia o ignorancia. “La vacunación es una cuestión de solidaridad y bien común más que una acción netamente individual”, destaca la médica.

Alarmas de irresponsabilidad

La conciencia y la confianza en relación a las vacunas es en su mayoría, contundente. Sin embargo, existen grupos detractores u olvidos en relación a cumplir con los esquemas de vacunación recomendados por el Ministerio de Salud de cada Estado. Ambas situaciones son potenciales gérmenes de alarmas sanitarias.

Un caso fue, por ejemplo, el del brote del sarampión en adultos debido a un grupo de personas que viajaron al mundial de fútbol de Sudáfrica y no tenían el carnet de vacunación al día. También sucedió en España, con los brotes de difteria en niños.

“Muchas enfermedades que creemos que ya no existen implicaron enormes sacrificios individuales y por parte de los Estados para que desaparezcan. Nadie puede asegurar que no vuelvan a surgir sino existe el compromiso real de las personas a seguir cumpliendo con las vacunas recomendadas. Durante varios años podremos seguir sanos gracias al escudo que generamos como comunidad al vacunarnos. Un escenario que podría detenerse si el número de no vacunados aumenta tras sucesivas generaciones. En ese caso, la barrera terminaría debilitándose y se volvería insuficiente. Una tendencia que echaría por la borda los esfuerzos sanitarios de siglos”.

REDACCIÓN PENSAR SALUD
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Tags: inmunidad | vacunas | vacunas; antivacunas

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