Las clases presenciales no aumentarían el riesgo de contraer COVID-19

clase de computación al aire libre maestra y alumna con máscara
24 marzo, 2021

El regreso a las aulas con clases presenciales generó dudas y polémica en todas partes.

Los jóvenes entre 11 y 18 años y los adultos jóvenes producen alrededor de la mitad de anticuerpos respecto a los niños menores de 10 años.

Los datos hasta el momento confirman que los niños no son grandes transmisores del COVID-19 ni tampoco padecen mayormente la enfermedad. Si bien, raramente, algunos niños pueden enfermar gravemente, la mayoría de los chicos muestra una respuesta defensiva muy buena ante el virus. Suelen padecer la enfermedad en forma leve o asintomática, según un reciente estudio publicado en la revista JAMA.

Casos asintomáticos y anticuerpos

He Yang y sus colegas de la Escuela de Medicina Weill de la Universidad de Cornell, en Nueva York descubrieron que los chicos menores de 10 años fabrican tantos anticuerpos contra el SARS-CoV-2 como los adultos mayores de 51 años. En cambio, los jóvenes entre 11 y 18 años y los adultos jóvenes producen alrededor de la mitad de anticuerpos. Esta característica podría explicar por qué no se ven tantos casos de COVID-19 en las escuelas primarias y sí en las secundarias y universidades.

El sistema educativo constituye más un lugar de detección de infecciones que de contagios.

El tema de los niños asintomáticos resulta cada vez más relevante. En un estudio de seroprevalencia realizado en Estados Unidos, se observó que 11% de la población menor de 18 años tenía anticuerpos en su sangre, es decir, estuvieron expuestos al coronavirus. Pero según un estudio realizado en Mississippi,  reportado por el Centro de Control de Enfermedades (CDC), serían muchos más los niños y jóvenes norteamericanos infectados que no mostraron síntomas.

En la Argentina todavía no hay datos del número de infectados y contagiados en colegios. Igualmente, todo indica que las escuelas con clases presenciales son seguras con los protocolos establecidos de distanciamiento social, uso de máscaras y lavado frecuente de manos. Es cierto que se han tenido que cerrar algunas clases por casos positivos, pero el sistema educativo constituye más un lugar de detección de infecciones que de contagios. De hecho, el CDC acaba de establecer que alcanza con 1 metro de separación entre los chicos en clases presenciales para evitar la transmisión viral.

Quiénes pueden asistir a clases presenciales y quiénes deben quedarse en casa

“Hoy está claro que los chicos no son especialmente transmisores del coronavirus ni son fáciles receptores tampoco”, subraya Omar Tabacco, presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). “Tener cerradas tanto tiempo las escuelas el año pasado fue un error. Las evidencias científicas son claras: ni para los chicos ni para los docentes las clases presenciales suponen un mayor riesgo de contagio que afuera del colegio”.

Incluso los chicos que han recibido un tratamiento oncológico pueden asistir a clases presenciales tres meses después de su finalización.

La SAP elaboró un documento, junto con el Ministerio de Salud de la Nación, donde aclara qué niños no deberían asistir a clases presenciales:

  • los que tienen riesgo inmunológico por tener una enfermedad inmunológica congénita
  • los que padecen una enfermedad autoinmune tratada con inmunosupresores
  • quienes están recibiendo quimioterapia o radioterapia

La discapacidad no es en sí misma una contraindicación para asistir a la escuela, enfatizan los expertos.

No es una contraindicación tener:

  • hipertensión,
  • arritmias o
  • cardiopatías que no requieran cirugía o trasplante

Los chicos con fibrosis quística, apnea obstructiva del sueño o síndrome de intestino irritable también pueden ir al colegio, siempre que su pediatra lo autorice.

La escuela: más beneficios que riesgos

“La enorme mayoría de los niños con enfermedades crónicas, como el asma o la diabetes, se beneficiarán de ir a la escuela, si tienen su enfermedad controlada con un tratamiento y cumplen con el protocolo de cuidados”, explica Tabacco. Incluso los chicos que han recibido un tratamiento oncológico pueden asistir a clases presenciales tres meses después de su finalización.

También los niños con sobrepeso y obesidad deberían tener clases presenciales. “Los chicos aumentaron mucho de peso por no moverse el año pasado, es importante que vuelvan a socializar y a moverse, además de aprender”, dice Tabacco. Sólo los niños con obesidad mórbida deberían tomar clases en forma virtual, según el presidente de la SAP.

“Apenas el 1 o 2 % de los chicos con enfermedades crónicas no estarían en condiciones de tener clases presenciales”, estima el pediatra rosarino. “Para el resto de los niños, la escuela no aumenta el riesgo de enfermar por COVID-19”, insiste. “Para los docentes, tampoco hay un riesgo mayor por trabajar con chicos”, aclara Tabacco.

Las autoridades educativas reconocen hoy que los protocolos funcionan bien en las escuelas.

El ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, declaró recientemente que “no se han detectado casos en los que podamos plantear que el contagio se ha producido en la escuela”. Los expertos subrayan que lo que se ve en las escuelas es reflejo de lo que ocurre afuera, en la sociedad. Si aumenta la transmisión en la comunidad, se verá probablemente un incremento en los casos infantiles –anticipa el presidente de la SAP- pero no por culpa de la escuela. “Las escuelas tienen que ser lo último en cerrar y lo primero en abrir”, concluye Tabacco.

Por Alejandra Folgarait @alefolgarait
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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Tags: covid y contagio | covid y niños

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