Suicidio adolescente: hay que correr el tabú del silencio

hablar con adolescentes
28 noviembre, 2022

Desde hace algunos años los expertos advierten que hay que hablar del suicidio. Sin embargo, para un amplio sector de la sociedad sigue siendo un tabú.

En el ámbito escolar hay temor por tratar el tema, a pesar de que se trata de la segunda causa de muerte entre los adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años. En 2020 fallecieron 757 personas en este rango etario y 2.342 entre toda la población. Pero hay un subregistro tanto de las muertes autoprovocadas como de los intentos de suicidio.

“Hay que informar sobre el tema, pero no como algo inexplicable o simplista. El suicidio nunca es el resultado de un solo factor o hecho. Usualmente lo causa una compleja interacción de muchos factores. Pero es prevenible”, advierte Alejandra Rossi, psicóloga experta en suicidología y exdirectora del Programa Prevención del Suicidio de Córdoba.

Aumento del suicidio adolescente

Un relevamiento realizado por Unicef en Argentina determinó que en las últimas décadas se registra un aumento de las tasas de suicidio en adolescentes de 15 a 19 años. El fenómeno es más frecuente entre varones y entre quienes tienen menor nivel educativo. Y el trabajo pide que las políticas de prevención y atención se focalicen en las pequeñas localidades donde el impacto de las muertes autoprovocadas es más fuerte.

Rossi apunta al efecto de la pandemia en la psiquis de los adolescentes. “Cambió su estilo de vida con periodos de encierro muy largos, solo en contacto por Internet y conviviendo en familia en un clima desfavorable”, explica.

El trabajo de Unicef identificó algunos factores que están detrás de la conducta suicida adolescente:

  • Ausencia o debilidad de otra persona y/o institución que debería servir de apoyo afectivo.
  • Dificultades para atravesar las “pruebas” para convertirse en joven o adulto, como logros educativos, laborales y afectivos.
  • Consumo problemático de sustancias psicoactivas.
  • Carencia de vínculos por fuera de lo familiar.
  • Acoso escolar o bulling.

Mientras que hay otros factores que funcionan como desencadenantes. Entre ellos: la pérdida de un soporte familiar; una ruptura de pareja; desfasaje entre expectativas y logros educativos o sexo-genérico; un hecho de violencia y/o abuso sexual.

Desterrando mitos sobre el suicidio

Existen algunos mitos sobre el suicidio que ya deberían desterrarse. “Los mitos son propios del tabú que hay sobre el suicidio y atentan contra la prevención. Este problema debería tener el mismo estatus que le damos a violencia, las ITS y el cáncer”, agrega Rossi.

  • Hablar del suicidio NO incita a que la persona lo haga. “Si uno habla del tema con responsabilidad, la persona que lo está pensando puede encontrar una ayuda para poder expresar lo que siente, algo que en otro contexto no lo podría hacer”, asegura la experta.
  • La persona que quiere suicidarse SÍ da señales. La experta advierte que la persona que se suicida da muchísimos indicios. El problema es que los allegados no están preparados para leerlos porque no se habla del tema. “El suicidio es prevenible y previsible”, expresa.
  • No SOLO se suicidan las personas depresivas. Las tasas de personas que se quitan la vida son más altas entre las personas que sufren depresión. Pero no es el único factor de riesgo.
  • El suicidio NO se hereda. Es una conducta con la que algunas personas creen que pueden salir de una crisis. No está en los genes, pero sí puede haber una identificación con la idea de que la muerte es una salida, tanto para familiares del suicida como para compañeros de escuela. Por eso no se debe presentar al suicida como un cobarde, pero tampoco como un mártir o un héroe.

Señales que indican un posible idea suicida

Hay señales verbales que pueden anticipar un posible suicidio. Las personas que tienen la idea dando vuelta en su cabeza suelen decir frases como: “No valgo para nada”; “Esta vida no tiene sentido”; “Ustedes estarían mejor sin mi”; “Soy una carga para todo el mundo”.

También expresiones de desesperanza como: “Lo mío no tiene solución”; “Quiero terminar con todo”; “Las cosas no van a mejorar nunca”.

Otras expresiones hacen alusión explícita a una idea suicida en curso: “Me gustaría desaparecer”; “Quiero descansar”; “No deseo seguir viviendo”; “Quiero quitarme la vida pero no sé cómo”; “Nadie me quiere y es preferible morir”. Otras expresiones dan a conocer un plan con el método que usaría, el lugar, el día y la hora.

También hay conductas que pueden indicar un idea suicida:

  • Aumento significativo de la irritabilidad.
  • Percepción de que la persona tiene baja capacidad para resolver problemas.
  • Desinterés o desmotivación, incluso para actividades que le interesan como su hobby.
  • Llanto desconsolado, sin gritos y sin el efecto catártico.
  • Cambios de hábitos en el sueño.
  • Descuido inusual de la apariencia personal.
  • Pérdida significativa de peso.
  • Tranquilidad repentina, propia de una decisión ya tomada.
  • Suelen arreglar asuntos pendientes (pagar deudas, etc.) o regalar pertenencias muy queridas.

La importancia de la posvención en el suicidio

“La persona que se suicida está denunciando que no está cómodo viviendo en su sociedad. Los estados deben atender esta problemática de manera integral y con una perspectiva científica”, explica Rossi. No alcanza solo con disponer de un mecanismo de asistencia al suicida, sino que también hay que trabajar en la prevención y la posvención.

La posvención se refiere al apoyo que necesita quien intenta un suicidio y los familiares  y allegados de quien se ha suicidado. Incluye las actividades desarrolladas con los “sobrevivientes”, para facilitar su recuperación en relación con la pérdida sufrida y para prevenir otras conductas suicidas en los allegados.

Porque no es el mismo duelo. Además de la tristeza, existen sentimientos de incredulidad, rechazo, abandono y el cuestionamiento del porqué.

Rossi pide enfocarse en el ámbito escolar cuándo ocurre un suicidio. “Se debe hablar con la verdad, no se debe especular con la causa de suicidio porque casi nunca se sabe y puede servir como disparador de la identificación a partir de la que se repliquen los casos. No hay que silenciar el problema. Y hay que dejar que los compañeros se expresen sobre lo sucedido”, detalla.

Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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