Motivación, tiempo, cansancio: cómo superar las barreras para moverse más
Sabemos que el ejercicio hace bien. Mejora la salud física, regula el estrés, fortalece el corazón, eleva el ánimo y previene enfermedades. Sin embargo, para muchas personas, sostener una rutina de actividad física a lo largo del tiempo es un verdadero desafío. ¿Por qué abandonamos tan rápido? ¿Qué podemos hacer para que movernos sea un hábito y no una obligación pasajera?
Cuando el cuerpo quiere, pero la mente se resiste
Iniciar una rutina de ejercicio puede ser fácil. Basta con tomar la decisión, comprar ropa deportiva o inscribirse en un gimnasio. Lo difícil, en realidad, es sostenerla. A los pocos días o semanas, muchas personas pierden la motivación inicial, encuentran excusas o priorizan otras actividades. ¿Por qué?
Hay múltiples factores que conspiran contra la constancia:
❌ Falta de tiempo real (o percibido)
El ritmo de vida actual deja poco espacio para el cuidado personal. El trabajo, la familia y las responsabilidades diarias se interponen fácilmente entre nosotros y el entrenamiento. Muchas veces, sin darnos cuenta, posponemos la actividad física pensando que ya habrá tiempo “más adelante”.
❌ Expectativas poco realistas
Esperar resultados inmediatos —bajar de peso, ganar fuerza o ver cambios físicos en pocos días— es una de las causas más frecuentes de frustración. Cuando esos cambios no llegan, desmotivarse es casi inevitable.
❌ Fatiga física o mental
Después de una jornada larga, el cansancio parece ser una excusa válida. Pero en muchos casos, el ejercicio físico podría ser justamente el antídoto para esa fatiga, ya que libera endorfinas y mejora el descanso.
❌ Falta de disfrute
Cuando la actividad física se siente como un castigo o una obligación, es más difícil sostenerla. La clave está en encontrar una forma de moverse que nos guste: bailar, caminar al aire libre, andar en bicicleta, hacer yoga o jugar al fútbol.
Cómo construir el hábito y no morir en el intento
Cambiar el vínculo con el ejercicio no se trata de fuerza de voluntad ni de sacrificio, sino de estrategias realistas que ayuden a que la actividad física se convierta en parte de la rutina cotidiana. Algunas recomendaciones:
✅ 1. Empezar de a poco y con metas alcanzables
No hace falta entrenar una hora diaria para que el ejercicio sea beneficioso. Con 20 o 30 minutos tres veces por semana se pueden ver mejoras en salud y estado de ánimo. Lo importante es empezar con metas realistas que no generen presión.
✅ 2. Agendar el ejercicio como una cita más
Bloquear un espacio en la agenda para moverse ayuda a crear el hábito. Si dejamos el ejercicio para “cuando tengamos tiempo”, lo más probable es que no ocurra.
✅ 3. Buscar compañía o apoyo profesional
Hacer ejercicio con alguien más puede ser motivador. También sirve contar con un/a profesional que acompañe el proceso y adapte los entrenamientos a nuestras necesidades.
✅ 4. Reformular la motivación
Moverse no debería estar relacionado solo con una meta estética. Hacerlo por salud, energía, bienestar mental o para disfrutar del propio cuerpo cambia por completo la perspectiva.
✅ 5. Aceptar que habrá altibajos
No todos los días serán iguales, y eso está bien. Lo importante es no abandonar ante el primer obstáculo. La constancia se construye con paciencia y flexibilidad.
El movimiento como parte de una vida saludable
Más allá de los beneficios físicos, el ejercicio regular mejora la salud emocional, reduce el estrés, fortalece la autoestima y favorece un mejor descanso. Es una inversión en bienestar a largo plazo. Por eso, no se trata de hacer “dieta y gimnasio” durante un mes, sino de construir un estilo de vida que incluya moverse con placer y conciencia.
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