
8 mayo, 2025
Los berrinches o “explosiones emocionales” son parte natural del desarrollo infantil, especialmente en la primera infancia. Aunque suelen generar angustia o frustración en madres, padres y cuidadores, es importante entender que no son una señal de «mala conducta», sino una forma en que los niños pequeños expresan emociones que aún no saben regular.
Desde la crianza respetuosa, los berrinches no se reprimen ni se castigan: se acompañan. Este enfoque busca contener y guiar al niño desde el amor, la empatía y los límites firmes pero amables.
¿Por qué ocurren los berrinches?
-
Porque el niño no sabe cómo expresar con palabras lo que siente.
-
Porque no puede regular sus emociones sin ayuda externa.
-
Porque está cansado, sobreestimulado, con hambre o frustrado.
-
Porque necesita límites claros, pero también sentirse escuchado.
Herramientas clave para manejarlos con respeto
1. Validá la emoción, no el comportamiento
Frases como “entiendo que estás enojado” o “veo que eso te molesta mucho” ayudan a que el niño se sienta comprendido, sin dejar de marcar un límite claro: “No está bien pegar, aunque estés enojado”.
2. Conectá antes de corregir
Cuando el niño se siente conectado emocionalmente con el adulto, es más receptivo. Bajarse a su altura, mirarlo a los ojos y usar un tono calmado puede desescalar rápidamente el berrinche.
3. Anticipá situaciones difíciles
Avisar con tiempo, crear rutinas predecibles y preparar al niño para los cambios (por ejemplo: “en cinco minutos vamos a guardar los juguetes”) ayuda a reducir frustraciones.
4. Ofrecé elecciones simples
Dar pequeñas opciones (“¿Querés ponerte la remera azul o la roja?”) le da al niño un sentido de control, lo que puede prevenir muchos conflictos.
5. Sé firme con cariño
Los límites también son amor. Decir “no” con claridad, pero sin gritar ni castigar, ayuda a construir un entorno seguro. La firmeza no es incompatible con la empatía.
6. Acompañá el desborde sin abandonar
Aunque el niño llore o grite, permanecer cerca y disponible, sin invalidar lo que siente, le enseña que no está solo con sus emociones.
¿Qué no hacer ante un berrinche?
-
Gritar o avergonzar al niño.
-
Castigarlo emocionalmente (“no te voy a querer si hacés eso”).
-
Retirarse sin avisar como forma de “castigo”.
-
Negar lo que siente (“eso no es para llorar”).
Conclusión
Los berrinches son oportunidades de aprendizaje emocional. Desde la crianza respetuosa, cada episodio puede convertirse en una lección de empatía, contención y autorregulación. Acompañar al niño desde la calma no solo lo ayuda a crecer con mayor autoestima y confianza, sino que fortalece el vínculo afectivo entre adultos y niños.
🌱 Criar con respeto es también criar con paciencia, presencia y coherencia emocional.