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Estómago en alerta: cómo el estrés afecta tu sistema digestivo y qué podés hacer para aliviarlo

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¿Sentís “un nudo en el estómago” cuando estás nervioso? ¿Se te cierra el apetito en momentos de ansiedad? ¿O al contrario, comés sin control frente al estrés? No es casualidad. El aparato digestivo y las emociones están profundamente conectados. El estrés crónico puede alterar el funcionamiento del sistema digestivo y provocar molestias reales, aunque los estudios médicos no siempre revelen una causa física evidente.


¿Cómo se conecta el estrés con el sistema digestivo?

El sistema digestivo tiene su propio “cerebro”, conocido como sistema nervioso entérico, que está en comunicación constante con el cerebro principal a través del eje intestino-cerebro. Esto significa que lo que pensamos y sentimos influye directamente en cómo digerimos los alimentos, y viceversa.

Cuando estamos estresados, el cuerpo activa el modo «supervivencia» o respuesta de lucha o huida, lo que reduce funciones consideradas no prioritarias en ese momento… como la digestión. Si esta activación se vuelve crónica, el aparato digestivo entra en tensión sostenida, afectando su funcionamiento natural.


Síntomas digestivos frecuentes causados por el estrés

🔹 Acidez o reflujo gástrico
🔹 Sensación de “nudo” o vacío en el estómago
🔹 Diarrea o constipación (o alternancia entre ambas)
🔹 Náuseas sin causa orgánica
🔹 Dolor o distensión abdominal
🔹 Gases y digestión lenta
🔹 Cambios en el apetito (comer de más o dejar de comer)

Estos síntomas son especialmente frecuentes en cuadros como el síndrome de intestino irritable (SII) o las gastritis funcionales, donde el estrés juega un papel clave en su aparición o agravamiento.


¿Qué podemos hacer para aliviar el malestar?

Detectar los disparadores emocionales
Registrar cuándo aparecen los síntomas, en qué situaciones, con qué pensamientos o emociones están asociados, ayuda a entender su origen.

Mejorar los hábitos alimentarios
Evitar comidas pesadas, muy grasosas o picantes cuando hay malestar. Comer despacio, sin distracciones, y en un ambiente tranquilo.

Practicar técnicas de relajación
La respiración profunda, la meditación, el yoga o simplemente tomarse una pausa ayudan a calmar el sistema nervioso y favorecer la digestión.

Dormir bien
El descanso adecuado regula la producción de cortisol (hormona del estrés) y favorece el equilibrio del sistema digestivo.

Consultar a un profesional de salud mental
Si el malestar digestivo es recurrente y no hay causa médica aparente, puede ser útil trabajar en la gestión del estrés con un psicólogo o psiquiatra.


Conclusión: el cuerpo habla lo que la mente calla

El estómago no solo digiere lo que comemos: también procesa lo que sentimos. Cuando el estrés se acumula, muchas veces se expresa a través del sistema digestivo, con síntomas que alteran la calidad de vida.

Escuchar al cuerpo, cuidarlo con atención y buscar un equilibrio entre mente y emociones es clave para prevenir y aliviar estos trastornos digestivos funcionales. Porque lo emocional también se siente en el cuerpo. Y el primer paso para sanar… es registrar lo que nos pasa.

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