Cambio climático: una crisis de salud pública en Argentina

19 octubre, 2021

Aunque solo parezca un problema ambiental, el cambio climático representa una crisis de salud pública global. Sus efectos enfermarán a las personas. Y en Argentina ya se está sintiendo.

El vínculo entre el cambio climático y la salud será uno de los focos de debate en la COP26, la reunión global máxima para abordar la mitigación y adaptación al cambio climático que comenzará el 31 de octubre en Glasgow.

Francisco Chesini, referente técnico del Programa Salud y Cambio Climático del Ministerio de Salud de la Nación, asegura: “En general, la población ve al cambio climático como un problema eminentemente ambiental, de impacto en ecosistemas prístinos y muy lejano a su realidad cotidiana. O como un problema del futuro, algo que ocurrirá en muchas décadas. Pero la realidad es que ya está generando consecuencias en los sistemas naturales y humanos, incluso en la salud de la población”.

Olas de calor

Son períodos inusualmente calurosos de al menos tres días. “Las olas de calor son un fenómeno que ha aumentado en el último tiempo y que tiene impactos directos en la morbilidad y mortalidad de la población”, explica Chesini.

En Argentina las olas de calor vienen en aumento, en especial en el norte y este. Un análisis de 2005 a 2015 encontró que en la ciudad de Buenos Aires el riesgo de morir por causas naturales se incrementa en un 14 % durante una ola de calor.

Chesini señala que los más vulnerables son niños, personas mayores, aquellas con enfermedades crónicas, electrodependientes y personas que trabajan al aire libre, como agricultores u obreros de la construcción.  Estas muertes están asociadas a enfermedades respiratorias, cardiovasculares, cerebrovasculares, insuficiencia renal y diabetes.

Radiación. El cambio climático provocará un aumento de la exposición a la radiación ultravioleta. El principal problema sanitario que ocasiona es un incremento en los casos de cáncer de la piel. Un estudio realizado por Chesini sobre mortalidad por cáncer de piel en Argentina encontró que su valor se incrementó en un 70 % en el quinquenio 2005-2009 respecto del 1980-1984.

Inundaciones y sequías

Las inundaciones provocan muertes directas (ahogamientos, electrocución, infartos). Y luego de la inundación aumentan las enfermedades que se transmiten por el agua y por vectores y roedores. También se registran más infecciones respiratorias y en la piel.

Pero también provoca otros efectos indirectos como daños en la infraestructura de servicios de salud, de agua y saneamiento y en las viviendas.

Durante las inundaciones de 2013 en La Plata, el 25 % de los vecinos se vieron directamente afectados. Fallecieron 89 personas. Ocurrieron brotes de leptospirosis y aumentaron las consultas por cuadros respiratorios.

En 2015, una fuerte inundación arrasó las Sierras Chicas en Córdoba. Fallecieron ocho personas. El efecto más notable fue el impacto psicológico. Tanto que docentes y estudiantes de la Facultad de Psicología y del Colegio de Psicólogos formaron un equipo de asistencia en desastres naturales que sigue funcionando cuando ocurren incendios y durante la pandemia. Otra consecuencia de las inundaciones fue un aumento en las mordeduras de víboras.

Sequías. Por su parte, la escasez de agua está vinculada a un aumento de enfermedades como amebiasis, hepatitis A, salmonelosis, esquistosomiasis, shigelosis, fiebre tifoidea y paratifoidea. Y ocurren más casos de cuadros respiratorios, alergias y asma.

Vectores de enfermedades

El cambio climático provocará un incremento de las temperaturas mínimas un factor importante para la ampliación del área de influencia del mosquito que transmite el dengue, chikunguña y zika y de las especies responsable de la malaria y fiebre amarilla.

Chesini cree que las enfermedades vectoriales son y serán un problema en Argentina. “Desde la reaparición del dengue, cada uno de las epidemias ha presentado mayor número de casos y las áreas afectadas se han ampliado. Esto está asociado, entre otros motivos, a cambios en los patrones de temperatura y precipitación que hacen posible la presencia del mosquito vector”, explica.

En el brote de 2015-2016, los primeros casos comenzaron en noviembre, varias semanas antes que los episodios anteriores. También es probable que el vector del Chagas, la vinchuca Triatoma infectans, amplíe su distribución por un aumento en las temperatura y cambios en el régimen de lluvias.

“Seguramente hay muchos impactos del cambio climático en la salud que aún no han sido lo suficientemente estudiados en nuestro país. Ese es otro reto, el de generar evidencia epidemiológica para la toma de decisión en salud pública”, explica el especialista.

Qué hacer

Las personas pueden seguir los lineamientos para mitigar el cambio climático (eficiencia energética, reducir el consumo de combustible fósil, generar menos residuos, consumir menos carne, etc.).

Pero también deben adaptarse a los efectos sanitarios del calentamiento global. Por ejemplo: colocar telas mosquiteras en las casas y evitar tener recipientes que acumulen agua donde el mosquito puede poner sus huevos.

“Hay que comenzar a prestar atención a las alertas por temperaturas extremas que emite el Servicio Meteorológico Nacional y adoptar las recomendaciones que da el Ministerio de Salud para el cuidado de la salud”, agrega Chesini.

También sugiere instalar terrazas o techos verdes en las viviendas. “Es una muy buena medida de reducción de la temperatura en el interior de las viviendas sin la necesidad de utilizar aires acondicionados”, asegura.

Además, el experto apunta que desde el estado deben asegurar la provisión de agua y cloacas como principales medidas para reducir el impacto sanitario del cambio climático.

Los planes de movilidad sustentable que promueven el transporte activo (caminar o andar en bicicleta) no solo contribuyen a reducir emisiones de gases de efecto invernadero, sino que previenen enfermedades crónicas y promueven poblaciones más saludables”, agrega.

Y señala que también es necesario contar con instituciones de salud que no se vean afectadas por los eventos extremos. Además deben tener capacidad de responder al aumento en la demanda generada por dichos fenómenos que provocará el cambio climático.

Por Lucas Viano @LucasViano
REDACCIÓN PENSAR SALUD
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