Ecoansiedad: se extiende entre la población joven

4 junio, 2021

Ansiedad, depresión e ira por un presente dominado por la crisis pandémica. Incertidumbre por no saber cómo y cuándo finalizará. Mucho antes del coronavirus, una proporción importante de la población viene sufriendo sentimientos muy similares por otra razón: la crisis ambiental del planeta. Se traduce en «ecoansiedad» y los más afectados son los adolescentes y jóvenes.

¿Ecoansiedad? De qué se trata

El cuadro se engloba bajo los neologismos ecoansiedad y solastalgia. El cambio climático, la contaminación, la extinción de especies generan una amplia gama de emociones y pensamientos en las personas como:

Según una encuesta de la Asociación Americana de Psiquiatría el 67 por ciento de los estadounidenses reconoció estar ansioso por el impacto del cambio climático en el planeta.

En Inglaterra, el 57 por ciento de los psiquiatras de niños y adolescentes reconoció haber atendido a pacientes con algún problema de estrés por el cambio climático y otros asuntos ambientales.

Apocalypsis Now

Diego Tachella, psicólogo gestáltico y docente de la Universidad Nacional de Córdoba, cree que la preocupación por la ecología se observa con más intensidad en lugares donde las necesidades básicas están cubiertas. Una paradoja, dice, porque la crisis climática impactará más en los países más vulnerables.

“El problema ecológico puede servir como fondo y contenido de los fenómenos de ansiedad disfuncionales que aparecen entre los más jóvenes, ya que son quienes recibirán su impacto en el futuro inmediato”, asegura.

El consenso internacional acerca de un porvenir muy complicado por el calentamiento global y la lentitud notable en materia de políticas ambientales no es algo desconocido para la población joven. Entre otros motivos, porque son contenidos ya incluidos en la currícula escolar y en los consumos culturales de ese segmento.

“Llevamos tiempo formándolos para que sean más conscientes de los riesgos que implican para la ecología algunas prácticas industriales y el uso de productos descartables, el calentamiento global y la desaparición de especies animales y vegetales”, agrega.

Tachella explica que, por lo general, la adolescencia es un tiempo de vivir sin preocupación por el futuro. Pero existe una presión social en este grupo etario acerca de ser los responsables de corregir los errores cometidos por los adultos.

Si bien en los países en desarrollo el ambiente todavía parece ser una preocupación incipiente, eclipsada por problemas más urgentes como la pobreza, la falta de acceso a la salud, la educación y la inseguridad, la ecoansiedad desvela a los jóvenes del mundo.

Ecoansiedad en primera persona

Florencia Linarez (22 años) es estudiante de política internacional y voluntaria en organizaciones ambientalistas. “Los problemas ambientales me generan incertidumbre, impotencia, angustia y frustración. Quiero dedicarme a solucionarlos, pero me enojo mucho cuando me enfrento a las decisiones incoherentes que toman los políticos”, relata.

Aunque nunca tuvo que recurrir a terapia, sostiene que se trata de un problema que afecta a muchos jóvenes de su entorno. “Llegan a niveles altos de ansiedad que no les permiten hacer nada en todo el día. Los abruma y no lo pueden controlar”, asegura.

Florencia asegura que esa incertidumbre sobre el futuro del planeta le hace dudar sobre decisiones personales muy profundas. “Pienso que no voy a poder conseguir trabajo de lo que me gusta, que es luchar por esta causa. Y no sé si quiero traer hijos a este mundo. El futuro que se prevé me hace dudar de ser madre”, plantea.

Impacto en los científicos

Algunos científicos que estudian el cambio climático y otros problemas ambientales también se ven abrumados al realizar su trabajo de investigación.

Sandra Díaz, ecóloga argentina reconocida a nivel mundial que estudia el impacto de la crisis climática en la biodiversidad, asegura que no ha experimentado la solastalgia.

“Sé que afecta a mucha gente. Creo que tiene que ver con circunstancias personales y la personalidad, más que con la cantidad de información ambiental que la persona tenga”, explica.

Y agrega: “También con lo cercano que le ‘pegue’ a cada persona. Lo sienten más aquellos que ven desaparecer la naturaleza y sus beneficios directamente en su vida cotidiana, que suelen ser las personas socialmente vulnerables”.

Cómo “curarlos”

“La cura de la ansiedad climática la cura el cambio climático”, aseguran desde Climate Psichologists, una empresa de Estados Unidos que da talleres y consultorías para pasar de la ecoansiedad a la acción.

Y agregan: “Se siente tan grande, tan existencial que perdemos nuestro sentido y nuestro rol en el mundo. Le hacemos frente a esto amortiguando, negando, retrocediendo y exagerando. Pero hay una mejor manera. La ecoansiedad es algo que podemos manejar”.

“Muchas veces las anticipaciones catastróficas de los trastornos de ansiedad tienen forma de pensamientos que generan en la persona una serie de sensaciones desagradables. Si la persona no logra enfrentarlas con sus propios recursos, requiere de un tratamiento profesional”, explica Tachella.

Y agrega: “Muchas veces lo que ayuda a manejar la ansiedad disfuncional es ejercitarse en distinguir y orientar los pensamientos anticipatorios hacia alternativas y planes más satisfactorios y placenteros”.

El terapeuta sostiene que la ansiedad es disfuncional si no se la puede orientar a acciones concretas para prevenir o evitar la catástrofe que la persona siente como amenaza.

Linarez reconoce que su estado de ánimo cambia cuando observa y realiza acciones positivas. “Lo hablamos entre nosotres, nos motivamos y resaltamos buenas prácticas. Buscamos promover un cambio en los hábitos cotidianos. Tenemos que cambiar nosotres, pero también promover el cambio de nuestro entorno. Eso nos da esperanza”, asegura.

Por Lucas Viano @lucasviano
REDACCIÓN PENSAR SALUD redaccion@pensarsalud.com.ar ¡Escribínos!
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Tags: adolescencia | ansiedad | cambio climático | crisis climática | estrés | psicología | salud mental | salud y adolescencia

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